Estamos acostumbrados a ver retransmisiones de todo tipo de eventos, en televisión, en congresos, en actos benéficos o galas de lo más variopinto. Lo que es infinitamente más difícil es darse cuenta del inmenso trabajo y de la coordinación perfecta que requieren las realizaciones en directo.
Los planos que vemos, los montajes visuales, las repeticiones, los cambios de cámara son fruto de un trabajo muy delicado en el que nada se puede dejar a la improvisación. Y en ese trabajo la profesionalidad de todo el equipo es fundamental.
En primer lugar se requiere una profunda planificación, conocer perfectamente el escenario del acontecimiento, todos sus ángulos, puntos muertos, qué iluminación tendrá, etc. Y después hay que tener muy claro cómo se desarrollará el acto, cuándo se producirán los momentos fundamentales y cómo se moverán los protagonistas.
Pero este es solo el primer paso. Después se necesita contar con un apropiado equipo técnico y especialmente de calidad, para poder ofrecer las mejores imágenes del acto. No se trata sólo de cámaras, también micrófonos, iluminación, mezcladores, etc.
Y, por supuesto, hay que contar con verdaderos profesionales que sepan realizar su trabajo y que tengan suficiente experiencia como para poder solventar con garantías cualquier fallo que se pueda producir o cualquier imprevisto. Profesionales que sepan realizar su trabajo y coordinarse entre ellos, para que el resultado de la transmisión sea perfecto.
Un mal plano, un movimiento brusco de cámara, un despiste breve, pero suficiente como para que el protagonista desaparezca del ángulo de la cámara o una sucesión de planos mal realizada, pueden dar al traste con el trabajo.
La realización de un acto conlleva mucho esfuerzo y muchos preparativos. Es difícil conseguir un buen resultado y muy fácil estropearlo por un pequeño detalle, por ello, conviene confiar sólo en empresas con medios y experiencia.